Mariana Enríquez, y las cosas que ganamos en pandemia.

La semana pasada fui a la charla magistral de Mariana Enríquez por Santiago en 100 palabras, y lo pasé increíble. Me gustó mucho el ambiente dentro del evento, nunca pensé que las entradas se iban a agotar en menos de diez minutos, porque yo la sentía a ella más bien como un gusto medio under. Pero algo pasó que se hizo visible, y todavía trato de entender cómo es que en medio de la pandemia alguien que escribió unos cuentos tremendos salta a la fama con una novela increíble pero densísima en comparación a lo demás. En fin, una nunca logra entender cómo funciona la gente, aunque lo mejor de todo, obvio, es que Mariana Enríquez está muy famosa y por lo mismo, sus libros ubicables en todas las librerías.

Por eso, hay tanto dicho acerca de “nuestra parte de noche” que sólo por seguir a mi algoritmo personal quiero hablar de mi semana, del mundo y de Mariana a través de un solo cuento, que fue con el que la conocí: Las cosas que perdimos en el fuego.

“Las cosas que perdimos en el fuego” es un cuento con efecto poderosísimo, tal como “La Lotería” de Shirley Jackson, pero que en lugar de sorprenderte con un giro de trama (o abriendo la trama), lo hace perpetuando una realidad que por momentos ya no parece tan difícil de alcanzar. Mujeres quemadas, alterando su apariencia y poniendo en riesgo su vida paradójicamente para no morir en manos de otros. Esta es una historia de violencia de género y de acción, también de sororidad.

En algún momento de pandemia todos los que éramos asalariados nos encontramos con el fruto del ahorro involuntario de los pasajes de metro/micro que no tomábamos para llegar a la oficina, y de todas las cosas que no nos tentábamos de comprar por la falta de trayectos para tentarnos. Así que “teníamos plata”, o al menos un excedente con el que no contábamos. Yo me compraba packs de libros, y así llegué a Mariana Enríquez en un pack de sí misma vendido por Editorial Montacerdos, donde recibí la antología “Cuando hablábamos con los muertos” y que luego llevé a  para ver si me lo podía firmar, porque nadie me la recomendó, en ese libro yo “la encontré”.

Verla y escucharla en esa charla me hizo volver a varios momentos y a sentir que cumplía un sueño. ¿Yo ubicaba a Mariana de antes? Posiblemente, la memoria para la gente no es mi mejor atributo, pero la  Mariana Enríquez de pandemia fue muy especial para mí, me permitió reconectarme con el terror que tanto quiero, trayéndolo a este continente, con referencias mucho más cercanas (perdón Shirley Jackson, siempre te voy a querer). Una que se mueve harto en esto de los libros y el fomento lector, ve siempre cómo las referencias se buscan afuera, en otros continentes, en otros géneros. El terror es un lugar aparentemente reinado por hombres, pero cuyas construcciones más sólidas son las de las mujeres. El terror y la ciencia ficción están poblados por mujeres increíbles esperando a ser encontradas por sus lectoras. Así como las mujeres que en el cuento partieron tímidamente con hogueras para luego salir a las calles, lentamente el terror, el true crime y los relatos más sórdidos toman voz en femenino. Fue un sueño poder estar presente y ver a una autora latinoamericana hablando sobre tropos de terror, paisajes con crímenes horrendos, desde el podio de figura respetada, admirada y de conocimiento validado, hablando sobre historias contadas en ciudades, cuentos y yendo a un concurso de microcuentos para decir lo poco que le gustan los microcuentos jajaja.

Por supuesto les dejo la charla 🙂

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